Violencia de Género
Degenero con la violencia
Degenero con la violencia
19 de Diciembre de 2.016
¿Qué le está pasando al ser humano? ¿Qué le está pasando a la sociedad? ¿Qué o quién nos esta inculcando determinados conceptos o pensamientos como para que nos haga “desnacionalizarnos”? Recientemente, hace unas horas escasamente se han producido una serie de muertas violentas a manos de hombres hacia sus parejas, amigas, conocidas. ¿Que sigue pasando para que esto ocurra?
Maltrato ha habido siempre y líbreme dios de justificarlo ni muchísimo menos, creo que nadie, ningún ser humano, tiene derecho sobre otro pero ni tan siquiera para poder opinar sobre él. ¿Qué pasa por la cabeza de una persona aparentemente normal para que convierta su idea en violencia y ésta en tal daño físico que provoque la muerte de una persona?
Los casos de estos días han sido prácticamente iguales, para que veamos que una ley de armas más o menos estricta y restrictiva no redunda en que haya más o menos violencia, la muerte no las provocan las armas, las provocan quienes las esgrimen, ya que estas muertes se han producido, dos por arma blanca y una a simples golpes. A veces el agresor intenta suicidarse, como en uno de estos casos, acto cobarde por su parte donde los haya, sabe que su delito en prisión puede pasarle factura, el que dirá de la sociedad o simplemente no tener que dar la cara ante un hecho tan vil y canalla como maltratar a una mujer hasta la muerte.
Tenemos en nuestra mentalidad, quizás por recuerdos de un pasado no tan lejano, por ecos de un ayer aún presente, que el maltrato, hasta cierto punto había y hay que tolerarlo y no solo eso, hay que soportarlo si tenemos la mala suerte de sufrirlos, sobre todo cuando hablamos de la violencia familiar. Pegarle a tu hijo para inculcarle una realidad o a tu mujer para anularla existencialmente, hasta hace poco, en esta España nuestra, era casi algo asumido y defendido dentro de los propios círculos consanguíneos. “…Mamá mi marido me pega…pues aguántate que para eso te has casado…” es un argumento que por suerte está pasando a la historia, hasta no hace mucho la economía familiar la sustentaba el cabeza de familia reflejado en el hombre de la casa y eso sometía a una obediencia ciega a su esposa.
Como digo, por suerte eso se está acabando, aunque aún haya casos en los que esa visceralidad animal se vea reflejada en seres que distan mucho de poder considerarse humanos.
También hay una creencia relativamente extendida de que la mujer que es objeto de esta violencia suele ser una mujer sumisa, relegada a tener que responder a todas las necesidades que su marido requiera, inculta, incapaz de valerse por si misma, sin embargo la realidad nos está demostrando que es todo lo contrario. La mujer de hoy en día es una persona, inteligente, culta, totalmente autónoma si se lo propone, capaz de salir adelante sin la necesidad de una dependencia conyugal.
Los celos, son un sentimiento de propiedad tal que pueden llegar a desembocar en un viaje sin retorno o en una pregunta sin respuesta, además la mayoría de los casos son reincidencias, muchas de ella sin denunciar, por no ver la víctima síntomas claros de maltrato o por intentar dar una oportunidad al agresor justificando habitualmente sus actos a actuaciones concretas y pasajeras.
A pesar del número de víctimas a estas alturas ya del año, 43, arroja una bajada con respecto a los últimos 13 años según la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género pero aún siguen siendo muchas, de hecho una serían demasiadas, pero vamos por buen camino, que haya un descenso significativo avala un poco mi teoría de que el casi kilo y medio de materia gris que tenemos por cerebro y la neurona que lo compone (permítanme el sarcasmo) empieza a conocer los límites de la civilización.
Maltrato ha habido siempre y líbreme dios de justificarlo ni muchísimo menos, creo que nadie, ningún ser humano, tiene derecho sobre otro pero ni tan siquiera para poder opinar sobre él. ¿Qué pasa por la cabeza de una persona aparentemente normal para que convierta su idea en violencia y ésta en tal daño físico que provoque la muerte de una persona?
Los casos de estos días han sido prácticamente iguales, para que veamos que una ley de armas más o menos estricta y restrictiva no redunda en que haya más o menos violencia, la muerte no las provocan las armas, las provocan quienes las esgrimen, ya que estas muertes se han producido, dos por arma blanca y una a simples golpes. A veces el agresor intenta suicidarse, como en uno de estos casos, acto cobarde por su parte donde los haya, sabe que su delito en prisión puede pasarle factura, el que dirá de la sociedad o simplemente no tener que dar la cara ante un hecho tan vil y canalla como maltratar a una mujer hasta la muerte.
Tenemos en nuestra mentalidad, quizás por recuerdos de un pasado no tan lejano, por ecos de un ayer aún presente, que el maltrato, hasta cierto punto había y hay que tolerarlo y no solo eso, hay que soportarlo si tenemos la mala suerte de sufrirlos, sobre todo cuando hablamos de la violencia familiar. Pegarle a tu hijo para inculcarle una realidad o a tu mujer para anularla existencialmente, hasta hace poco, en esta España nuestra, era casi algo asumido y defendido dentro de los propios círculos consanguíneos. “…Mamá mi marido me pega…pues aguántate que para eso te has casado…” es un argumento que por suerte está pasando a la historia, hasta no hace mucho la economía familiar la sustentaba el cabeza de familia reflejado en el hombre de la casa y eso sometía a una obediencia ciega a su esposa.
Como digo, por suerte eso se está acabando, aunque aún haya casos en los que esa visceralidad animal se vea reflejada en seres que distan mucho de poder considerarse humanos.
También hay una creencia relativamente extendida de que la mujer que es objeto de esta violencia suele ser una mujer sumisa, relegada a tener que responder a todas las necesidades que su marido requiera, inculta, incapaz de valerse por si misma, sin embargo la realidad nos está demostrando que es todo lo contrario. La mujer de hoy en día es una persona, inteligente, culta, totalmente autónoma si se lo propone, capaz de salir adelante sin la necesidad de una dependencia conyugal.
Los celos, son un sentimiento de propiedad tal que pueden llegar a desembocar en un viaje sin retorno o en una pregunta sin respuesta, además la mayoría de los casos son reincidencias, muchas de ella sin denunciar, por no ver la víctima síntomas claros de maltrato o por intentar dar una oportunidad al agresor justificando habitualmente sus actos a actuaciones concretas y pasajeras.
A pesar del número de víctimas a estas alturas ya del año, 43, arroja una bajada con respecto a los últimos 13 años según la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género pero aún siguen siendo muchas, de hecho una serían demasiadas, pero vamos por buen camino, que haya un descenso significativo avala un poco mi teoría de que el casi kilo y medio de materia gris que tenemos por cerebro y la neurona que lo compone (permítanme el sarcasmo) empieza a conocer los límites de la civilización.
Por: Tomás Castellanos Díaz