José María Manuel Pablo de la Cruz Jarabo Pérez-Moris
(JARABO)
El asesino Dandi y el anillo maldito.
<< Primera Parte >>
(JARABO)
El asesino Dandi y el anillo maldito.
<< Primera Parte >>
27 de Diciembrede 2.016
Verano del año 1.958, vecinos del madrileño barrio del Retiro se extrañaban de que la tienda de compra y venta de objetos de segunda mano ubicada en el número 19 de la madrileña calle Alcalde Sáinz de Baranda, Jusfer, propiedad de Emilio Fernandez y Félix López estuviera cerrada pues nunca habían faltado a la atención de sus clientes y eran puntuales al segundo.
Estos golpeaban la puerta insistentemente sin ningún resultado, Nadie respondía. Uno de los allí presentes, conocido de los propietarios decidió telefonear a casa de uno de ellos pero tampoco obtuvo resultados. La pregunta era evidente, ¿Dónde estaba? Y ¿por qué no habían abierto el establecimiento? Poco después se desvelarían todas las interrogantes, comenzaba la búsqueda de uno de los asesinos más famosos de la España Negra.
Esta noticia la sacaba a la luz el semanario El Caso en ese verano de 1.958, batiendo record de ventas, aunque nadie se pone de acuerdo en el número concreto se sabe que fue entorno al medio millón de ejemplares. Comenzaba la leyenda de Jarabo.
Esta es la historia de uno de los asesinos más populares de nuestra época más reciente por cómo llevó a cabo su macabro acto. José María Manuel Pablo de la Cruz Jarabo Pérez Moris nació en Madrid el 28 de abril de 1.923 siendo conocido simplemente como Jarabo, Nació en el seno de una familia muy acomodada y cuyos progenitores fueron D. José María Jarabo Guinea, de profesión abogado, y doña Teresa Pérez Morris Cañal Morris y sobrino del entonces presidente del Tribunal Supremo, Francisco Ruiz Jarabo, quien años después ocuparía el ministerio de Justicia.
Este estudió en el Colegio del Pilar, en Madrid, donde se formaban alumnos que luego serían ministros, directores generales y altos cargos de la época. Lógicamente Jarabo no siguió esta senda, si no todo lo contrario.
La familia se traslada a Puerto Rico acabada la guerra civil española en 1.940 los actos sufridos y presenciados por la familia en el chalet de su propiedad situado en la calle Arturo Soria, al ser ocupado por milicias anarquistas y realizar incluso ejecuciones en su patio a la vista del joven. Pasa el tiempo en Puerto Rico y Jarabo acababa de cumplir 17 años, siempre mimado por su madre abandonó completamente los estudios y comenzó a llevar una vida basada en pillerías y desidias hasta que al cumplir los 20 contrajo matrimonio con una rica heredera. Luz Marta Álvarez, matrimonio que acabó pronto en divorcio por la propia condición extrovertida y moral de Jarabo éste no estaba hecho para el matrimonio. Posteriormente se trasladó a Nueva York. Allí fue condenado por delitos varios como tráfico de drogas y pornografía lo que le costó pasar hasta cuatro años de cárcel. Una vez en libertad decidió regresar a España llegando a Madrid el 20 de mayo de 1950 no, sin traerse consigo un suculento equipaje, una gran suma de dinero que su madre le dio para que arraigara en la ciudad y se estableciera, también esta cantidad varia según quien lo relate pero se estima que fue entre diez y quince millones de las antiguas pesetas, teniendo en cuenta que por entonces un coche Seat 600 costaba 71.500 pesetas y la renta media per capita de los trabajadores rondaba las 20.000 pesetas al año, esto le habría dado para comprarse mas de 150 coches y el sueldo de una persona teniendo que trabajar 500 años al menos. Eso os puede hacer una idea de la ingente cantidad de dinero que trajo consigo, fortuna que dilapidó en no más de dos años. Debido a sus vivencias en las cárceles americanas y sus conocimientos adquiridos sobre el mundo de las drogas, la prostitución y el hampa con quien había convivido en América no tardó en convertirse en el rey de la noche madrileña, siendo temido incluso por chulos y maleantes.
Alto, fuerte, con aspecto de galán de película de trato exquisito y muy simpático Jarabo se convirtió en un hombre de leyenda. Las mujeres lo abordaban por doquier, todas querían estar con él. Madrid era entonces una ciudad que no tenia mucho conocimiento de cultura millonaria por lo que aquellos trajes tan bien cortados y los coches espectaculares causaban sensación.
Como todo lo bueno y de donde se saca y no se mete, lo que hay, se agota empezó a encontrarse escaso de dinero, con las 7.500 pesetas mensuales que le enviaba su madre no tenía ni para empezar además vivía con la amenaza de que su familia regresara a España, lo que habría acabado con su tren de vida. Comenzó entonces a engañar a cuantos conocía incluso llegó a fingir varias identidades, empeñó todas sus joyas hipotecando incluso el lujoso chalet familiar de la calle Arturo Soria.
Tenía una gran debilidad por el alcohol que le generaba gran agresividad y continuas peleas casi siempre por temas de mujeres. Aunque se le conocen varias intervenciones en plan justiciero, como cuando salió en defensa de un hombre ya metido en cierta edad que iba acompañado de una exuberante mujer y bastante más joven que él que se vieron acosados por tres señoritos. Se dice que agarró a los tres individuos y los sacó del local donde les propinó una gran paliza.
Además, sus relaciones amorosas eran muy enredadas. Sus ávidas necesidades sexuales le hacían cambiar asiduamente de pareja, intercalando sus locas historias de amor incluso con mujeres de la vida.
Contaba ya 35 años y por entonces llevaba ya algún tiempo enamorado de una inglesa, casada con un francés y afincados en Lyon, que había venido a España en el verano de 1957 para darse un tiempo y reflexionar sobre su matrimonio original por estar pasando por una época difícil, sin saber que esto desencadenaría en toda la historia que Jarabo protagonizaría. Beryl Martin Jones estaba completamente enamorada de él cosa que le reconoció con una relación más duradera que de costumbre.
El tiempo pasaba y el dinero se agotó. Jarabo inició un trapicheo con unos americanos que les proporcionaría un alijo de cocaína que le generaría unos ingresos muy altos, pero hasta entonces necesitaba dinero. Un día, Jarabo se percató de que su enamorada llevaba un gran anillo de oro de 18 kilates engarzando un gran brillante de talla princesa no inferior a los 4 ó 5 quilates, con un valor en torno a las antiguas 50.000 pesetas regalo de su marido. Automáticamente se le vino a la cabeza un establecimiento concreto, la casa de empeño Jusfer, un lugar donde compraban artículos de dudosa procedencia y a unos precios muy inferiores a los de costumbre sabedores de que la necesidad apremiaba a quien hasta allí se dirigía a llevarlo, eran años duros y era más habitual de lo que hubieran querido sus usuarios.
Jusfer se llamaba el local y Emilio Fernández Díaz y Félix López Robledo sus propietarios. Jarabo ya los conocía de otras ocasiones, hasta allí llevó a Beryl para hacer el intercambio oportuno. Cuando el prestamista vio la magnífica pieza con un corte excelente, un color D o E a los sumo y una pureza VVS1 no dudó en hacer la operación, pero visto el tipo de joya de la que se querían deshacer se percató de la necesidad de la pareja por lo que no sacaron nada más que 4.000 pesetas de una joya valorada en casi 15 veces más pero no les quedó más remedio, al fin y al cabo Jarabo pensaba ir a desempeñarlo pocos días después, ya que estaba esperando el cargamento de droga de estados unidos.
Este dinero también se acabó dado el ritmo de vida que ambos llevaban. Por entonces Beryl cayó enferma. En cuanto el marido se enteró, se presentó en Madrid y la convenció para que regresara a Lyón. Fue tan rápida la partida que no pudieron ni despedirse, jamás volverían a verse.
La vida de José María pasaba tan rápida que no generaba dinero suficiente para llevar su tren de vida, por lo que los trapicheos y engaños se sucedían uno tras otro. La correspondencia con su antigua amante Beryl se daba con regularidad hasta que en una de ellas comenzó a solicitarle la devolución del anillo que habían empeñado, como regalo de su marido que fue, éste lo echaba en falta. Jarabo había olvidado aquel entuerto de la joya pero su galantería le llevó a intentar recuperarla, al menos es lo que se dice sobre el motivo por el que puso tanto interés y que le costaría la vida. Yo en mi humilde modestia pienso que vio la posibilidad de hacerse con una joya impresionante por poco dinero y podría usarla en sus habituales cambalaches y más teniendo en su poder una carta donde acreditaba que si no era suya, ostentaría un poder de su propietaria.
Cual fue su sorpresa cuando una vez en el establecimiento uno de los prestamistas le dijo que la joya no era suya, si no, de la dama, que la propietaria original era Beryl. Claro está que Jarabo intentó por todos los medios hacerse con la pieza, le dijo que se encontraba fuera, concretamente en Lyon, Francia, a lo que este le solicitó una carta, autorización o poder para realizar la transacción. Jarabo le dijo que tenía en su poder una carta en la que Beryl, decía ser la propietaria de la joya y por ello se la reclamaba, el usurero le pidió que se la llevara.
Al día siguiente se presentó de nuevo en el establecimiento con la citada misiva, pero el problema no terminó ahí, pues estos, los prestamistas le pidieron la cantidad de 10.000 pesetas para poder recuperar el anillo, importe que le fue imposible abonar pues carecía de tal cantidad. Acordaron que se quedarían con la carta como garantía hasta que regresara con el dinero, en ese instante harían el intercambio.
Pasó algún tiempo hasta que Jarabo pudo reunir el dinero y regresar con él, concretamente mediados de junio, llevaba consigo las 10.000 pesetas que le reclamaban para la obtención de la joya y la carta en cuestión, pero resultó no ser suficiente, ahora le pedían 20.000 pesetas, el doble de la cantidad inicial.
Tras una serie de improperios lanzados en ambos sentidos y ante la rotunda negativa de estos a devolverle el anillo por lo establecido Jarabo abandonó la tienda, pero estaba dispuesto a recuperar la joya y la carta a cualquier precio.
Una de las tantas noches que pasaba en vela viviendo la vida coincidió con un sereno, del paseo de la Habana y tras una conversación y haciéndose pasar por un Teniente Coronel de Aviación que coleccionaba armas se hizo con ella, llegaron al acuerdo en la venta de una pistola semiautomática belga de la marca FN y calibre 7,65 mm, arma muy extendida ya que fue una de las que más se usaron en gran medida en la Segunda Guerra Mundial, como dato sirva que fue el calibre elegido por Adolf Hitler para suicidarse.
Dejó pasar unas semanas, suponemos que para enfriar la situación del último encuentro, tras lo que decidió llamar a los prestamistas. Era el día antes del 18 de julio, fecha en la que se conmemoraba el Alzamiento Nacional y Franco entregaba distintos premios a empresarios y trabajadores ejemplares. Jarabo les dijo a estos que disponía de dinero y joyas que excedían el valor con creces para recuperar el solitario y la carta, tras esto quedaron en que pasaría el día 19 a las ocho y media de la tarde aunque era sábado por aquel entonces también se trabajaba en España.
Llegó el citado día, 19 de julio de 1958, por entonces se alojaba en una pensión llamada Escosura, los días de hoteles con muchas estrellas y grandes suites habían acabado. Salió de ella por la tarde, como siempre en busca de alguna mujer con la que pasar el rato, cosa que sucedió, como él ya esperaba. Unos dicen que nunca tuvo intención de ir al establecimiento de Sainz de Baranda, si no que su propósito era el de ir directamente al domicilio del prestamista por lo que hizo que se pasara la hora de cierre a propósito, fuera así o no, el caso es que así sucedió. Emilio vivía cerca del establecimiento, en la calle Lope de Rueda número 57 y al contrario de lo que les había dicho a los empresarios de la usura Jarabo no tenía dinero para recuperar lo empeñado, debió ser por eso por lo que no fue a la tienda.
A eso de las diez de la noche que era cuando los serenos cerraban las puertas de los portales y aprovechando un descuido de éste se coló en el portal sin que le viera. Jarabo abrió las puertas del ascensor valiéndose de los codos y apretó el botón del piso con los nudillos, aunque en su versión argumentó que lo hizo con la uña, sea como fuere el motivo era evitar dejar huellas digitales en los botones, lo mismo hizo con el timbre. Una vez en el cuarto piso, que es donde residía Emilio Fernandez, lo que pudo ocurrir a continuación y hasta la muerte de sus dos primeras victimas está poco claro ya que hay varias versiones al uso, el caso es que Jarabo llamó a la puerta y Paulina Ramos Serrano, la criada de contaba con solo 26 años de edad, le hizo pasar al salón comedor. Allí estaba Emilio que se enfadó mucho cuando le vio ya que los temas del negocio los hacia en la tienda no en su domicilio particular. Emilio le pidió acaloradamente que se marchara de inmediato Jarabo, sin rechistar, se fue hacia la puerta del piso, la abrió y la cerró tras de sí para que el prestamista creyera que se había marchado cosa que no hizo quedándose en el interior de la vivienda. Emilio fue al cuarto de baño, donde Jarabo sigilosamente fue tras él y apoyándole el cañón del arma en la nuca realizó el mortal disparo. Bastó un único disparo ya que una bala de ese calibre disparada a bocajarro en la base de la cabeza destroza todo tejido que se encuentra a su paso destrozando literalmente toda la masa cerebral, la muerte fue fulminante. El disparo de este tipo de calibre debe hacerse a muy corta distancia ya que, la bala, tiene un poder de parada muy marginal. El principal argumento para usar armas de estas características es el liviano peso y lo fácilmente ocultables que resultan. En ese instante la criada, al oír el disparo, comenzó a gritar pidiendo auxilio ésta se encontraba en la cocina realizado las típicas tareas, concretamente pelando unas judías verdes con un gran cuchillo, arma que Jarabo una vez en esta estancia y frente a Paulina, utilizó para asestarle una puñalada que le partió el corazón. Llevó a Paulina hasta el cuarto de servicio donde la arrojó a la cama y le desgarró la ropa, seguramente quería aparentar algún tipo de violencia o agresión por parte de Emilio a su criada para que pareciera una escena de adulterio que hubo acabado en una tragedia mortal.
No pasaron más de unos minutos cuando llegó la mujer de Emilio Fernandez, María de los Desamparados Alonso, a su casa encontrándose en ella Jarabo, aparentemente solo. Este se presentó como un Inspector de Hacienda y justificó que estuviera solo en la vivienda a que su esposo, Emilio y Paulina, la criada, habían ido a la tienda junto a unos compañeros a solventar un asunto sobre unos artículos robados. Gracias a la labia y simpatía de Jarabo la mujer quedó momentáneamente más confiada, pasado unos minutos Amparo se percató de unas pequeñas manchas que tenía Jarabo en su traje y que parecían ser de sangre, se levantó y se encaminó hacia el baño donde vio el horrendo escenario en el que yacía su marido en el suelo en medio de un gran charco de sangre, entonces intentó escapar pero no pudo llegar más allá del dormitorio donde al igual que su marido un tiro en la nuca apagó los gritos y alaridos de auxilio, posteriormente se sabría que Amparo estaba embarazada.
Estos golpeaban la puerta insistentemente sin ningún resultado, Nadie respondía. Uno de los allí presentes, conocido de los propietarios decidió telefonear a casa de uno de ellos pero tampoco obtuvo resultados. La pregunta era evidente, ¿Dónde estaba? Y ¿por qué no habían abierto el establecimiento? Poco después se desvelarían todas las interrogantes, comenzaba la búsqueda de uno de los asesinos más famosos de la España Negra.
Esta noticia la sacaba a la luz el semanario El Caso en ese verano de 1.958, batiendo record de ventas, aunque nadie se pone de acuerdo en el número concreto se sabe que fue entorno al medio millón de ejemplares. Comenzaba la leyenda de Jarabo.
Esta es la historia de uno de los asesinos más populares de nuestra época más reciente por cómo llevó a cabo su macabro acto. José María Manuel Pablo de la Cruz Jarabo Pérez Moris nació en Madrid el 28 de abril de 1.923 siendo conocido simplemente como Jarabo, Nació en el seno de una familia muy acomodada y cuyos progenitores fueron D. José María Jarabo Guinea, de profesión abogado, y doña Teresa Pérez Morris Cañal Morris y sobrino del entonces presidente del Tribunal Supremo, Francisco Ruiz Jarabo, quien años después ocuparía el ministerio de Justicia.
Este estudió en el Colegio del Pilar, en Madrid, donde se formaban alumnos que luego serían ministros, directores generales y altos cargos de la época. Lógicamente Jarabo no siguió esta senda, si no todo lo contrario.
La familia se traslada a Puerto Rico acabada la guerra civil española en 1.940 los actos sufridos y presenciados por la familia en el chalet de su propiedad situado en la calle Arturo Soria, al ser ocupado por milicias anarquistas y realizar incluso ejecuciones en su patio a la vista del joven. Pasa el tiempo en Puerto Rico y Jarabo acababa de cumplir 17 años, siempre mimado por su madre abandonó completamente los estudios y comenzó a llevar una vida basada en pillerías y desidias hasta que al cumplir los 20 contrajo matrimonio con una rica heredera. Luz Marta Álvarez, matrimonio que acabó pronto en divorcio por la propia condición extrovertida y moral de Jarabo éste no estaba hecho para el matrimonio. Posteriormente se trasladó a Nueva York. Allí fue condenado por delitos varios como tráfico de drogas y pornografía lo que le costó pasar hasta cuatro años de cárcel. Una vez en libertad decidió regresar a España llegando a Madrid el 20 de mayo de 1950 no, sin traerse consigo un suculento equipaje, una gran suma de dinero que su madre le dio para que arraigara en la ciudad y se estableciera, también esta cantidad varia según quien lo relate pero se estima que fue entre diez y quince millones de las antiguas pesetas, teniendo en cuenta que por entonces un coche Seat 600 costaba 71.500 pesetas y la renta media per capita de los trabajadores rondaba las 20.000 pesetas al año, esto le habría dado para comprarse mas de 150 coches y el sueldo de una persona teniendo que trabajar 500 años al menos. Eso os puede hacer una idea de la ingente cantidad de dinero que trajo consigo, fortuna que dilapidó en no más de dos años. Debido a sus vivencias en las cárceles americanas y sus conocimientos adquiridos sobre el mundo de las drogas, la prostitución y el hampa con quien había convivido en América no tardó en convertirse en el rey de la noche madrileña, siendo temido incluso por chulos y maleantes.
Alto, fuerte, con aspecto de galán de película de trato exquisito y muy simpático Jarabo se convirtió en un hombre de leyenda. Las mujeres lo abordaban por doquier, todas querían estar con él. Madrid era entonces una ciudad que no tenia mucho conocimiento de cultura millonaria por lo que aquellos trajes tan bien cortados y los coches espectaculares causaban sensación.
Como todo lo bueno y de donde se saca y no se mete, lo que hay, se agota empezó a encontrarse escaso de dinero, con las 7.500 pesetas mensuales que le enviaba su madre no tenía ni para empezar además vivía con la amenaza de que su familia regresara a España, lo que habría acabado con su tren de vida. Comenzó entonces a engañar a cuantos conocía incluso llegó a fingir varias identidades, empeñó todas sus joyas hipotecando incluso el lujoso chalet familiar de la calle Arturo Soria.
Tenía una gran debilidad por el alcohol que le generaba gran agresividad y continuas peleas casi siempre por temas de mujeres. Aunque se le conocen varias intervenciones en plan justiciero, como cuando salió en defensa de un hombre ya metido en cierta edad que iba acompañado de una exuberante mujer y bastante más joven que él que se vieron acosados por tres señoritos. Se dice que agarró a los tres individuos y los sacó del local donde les propinó una gran paliza.
Además, sus relaciones amorosas eran muy enredadas. Sus ávidas necesidades sexuales le hacían cambiar asiduamente de pareja, intercalando sus locas historias de amor incluso con mujeres de la vida.
Contaba ya 35 años y por entonces llevaba ya algún tiempo enamorado de una inglesa, casada con un francés y afincados en Lyon, que había venido a España en el verano de 1957 para darse un tiempo y reflexionar sobre su matrimonio original por estar pasando por una época difícil, sin saber que esto desencadenaría en toda la historia que Jarabo protagonizaría. Beryl Martin Jones estaba completamente enamorada de él cosa que le reconoció con una relación más duradera que de costumbre.
El tiempo pasaba y el dinero se agotó. Jarabo inició un trapicheo con unos americanos que les proporcionaría un alijo de cocaína que le generaría unos ingresos muy altos, pero hasta entonces necesitaba dinero. Un día, Jarabo se percató de que su enamorada llevaba un gran anillo de oro de 18 kilates engarzando un gran brillante de talla princesa no inferior a los 4 ó 5 quilates, con un valor en torno a las antiguas 50.000 pesetas regalo de su marido. Automáticamente se le vino a la cabeza un establecimiento concreto, la casa de empeño Jusfer, un lugar donde compraban artículos de dudosa procedencia y a unos precios muy inferiores a los de costumbre sabedores de que la necesidad apremiaba a quien hasta allí se dirigía a llevarlo, eran años duros y era más habitual de lo que hubieran querido sus usuarios.
Jusfer se llamaba el local y Emilio Fernández Díaz y Félix López Robledo sus propietarios. Jarabo ya los conocía de otras ocasiones, hasta allí llevó a Beryl para hacer el intercambio oportuno. Cuando el prestamista vio la magnífica pieza con un corte excelente, un color D o E a los sumo y una pureza VVS1 no dudó en hacer la operación, pero visto el tipo de joya de la que se querían deshacer se percató de la necesidad de la pareja por lo que no sacaron nada más que 4.000 pesetas de una joya valorada en casi 15 veces más pero no les quedó más remedio, al fin y al cabo Jarabo pensaba ir a desempeñarlo pocos días después, ya que estaba esperando el cargamento de droga de estados unidos.
Este dinero también se acabó dado el ritmo de vida que ambos llevaban. Por entonces Beryl cayó enferma. En cuanto el marido se enteró, se presentó en Madrid y la convenció para que regresara a Lyón. Fue tan rápida la partida que no pudieron ni despedirse, jamás volverían a verse.
La vida de José María pasaba tan rápida que no generaba dinero suficiente para llevar su tren de vida, por lo que los trapicheos y engaños se sucedían uno tras otro. La correspondencia con su antigua amante Beryl se daba con regularidad hasta que en una de ellas comenzó a solicitarle la devolución del anillo que habían empeñado, como regalo de su marido que fue, éste lo echaba en falta. Jarabo había olvidado aquel entuerto de la joya pero su galantería le llevó a intentar recuperarla, al menos es lo que se dice sobre el motivo por el que puso tanto interés y que le costaría la vida. Yo en mi humilde modestia pienso que vio la posibilidad de hacerse con una joya impresionante por poco dinero y podría usarla en sus habituales cambalaches y más teniendo en su poder una carta donde acreditaba que si no era suya, ostentaría un poder de su propietaria.
Cual fue su sorpresa cuando una vez en el establecimiento uno de los prestamistas le dijo que la joya no era suya, si no, de la dama, que la propietaria original era Beryl. Claro está que Jarabo intentó por todos los medios hacerse con la pieza, le dijo que se encontraba fuera, concretamente en Lyon, Francia, a lo que este le solicitó una carta, autorización o poder para realizar la transacción. Jarabo le dijo que tenía en su poder una carta en la que Beryl, decía ser la propietaria de la joya y por ello se la reclamaba, el usurero le pidió que se la llevara.
Al día siguiente se presentó de nuevo en el establecimiento con la citada misiva, pero el problema no terminó ahí, pues estos, los prestamistas le pidieron la cantidad de 10.000 pesetas para poder recuperar el anillo, importe que le fue imposible abonar pues carecía de tal cantidad. Acordaron que se quedarían con la carta como garantía hasta que regresara con el dinero, en ese instante harían el intercambio.
Pasó algún tiempo hasta que Jarabo pudo reunir el dinero y regresar con él, concretamente mediados de junio, llevaba consigo las 10.000 pesetas que le reclamaban para la obtención de la joya y la carta en cuestión, pero resultó no ser suficiente, ahora le pedían 20.000 pesetas, el doble de la cantidad inicial.
Tras una serie de improperios lanzados en ambos sentidos y ante la rotunda negativa de estos a devolverle el anillo por lo establecido Jarabo abandonó la tienda, pero estaba dispuesto a recuperar la joya y la carta a cualquier precio.
Una de las tantas noches que pasaba en vela viviendo la vida coincidió con un sereno, del paseo de la Habana y tras una conversación y haciéndose pasar por un Teniente Coronel de Aviación que coleccionaba armas se hizo con ella, llegaron al acuerdo en la venta de una pistola semiautomática belga de la marca FN y calibre 7,65 mm, arma muy extendida ya que fue una de las que más se usaron en gran medida en la Segunda Guerra Mundial, como dato sirva que fue el calibre elegido por Adolf Hitler para suicidarse.
Dejó pasar unas semanas, suponemos que para enfriar la situación del último encuentro, tras lo que decidió llamar a los prestamistas. Era el día antes del 18 de julio, fecha en la que se conmemoraba el Alzamiento Nacional y Franco entregaba distintos premios a empresarios y trabajadores ejemplares. Jarabo les dijo a estos que disponía de dinero y joyas que excedían el valor con creces para recuperar el solitario y la carta, tras esto quedaron en que pasaría el día 19 a las ocho y media de la tarde aunque era sábado por aquel entonces también se trabajaba en España.
Llegó el citado día, 19 de julio de 1958, por entonces se alojaba en una pensión llamada Escosura, los días de hoteles con muchas estrellas y grandes suites habían acabado. Salió de ella por la tarde, como siempre en busca de alguna mujer con la que pasar el rato, cosa que sucedió, como él ya esperaba. Unos dicen que nunca tuvo intención de ir al establecimiento de Sainz de Baranda, si no que su propósito era el de ir directamente al domicilio del prestamista por lo que hizo que se pasara la hora de cierre a propósito, fuera así o no, el caso es que así sucedió. Emilio vivía cerca del establecimiento, en la calle Lope de Rueda número 57 y al contrario de lo que les había dicho a los empresarios de la usura Jarabo no tenía dinero para recuperar lo empeñado, debió ser por eso por lo que no fue a la tienda.
A eso de las diez de la noche que era cuando los serenos cerraban las puertas de los portales y aprovechando un descuido de éste se coló en el portal sin que le viera. Jarabo abrió las puertas del ascensor valiéndose de los codos y apretó el botón del piso con los nudillos, aunque en su versión argumentó que lo hizo con la uña, sea como fuere el motivo era evitar dejar huellas digitales en los botones, lo mismo hizo con el timbre. Una vez en el cuarto piso, que es donde residía Emilio Fernandez, lo que pudo ocurrir a continuación y hasta la muerte de sus dos primeras victimas está poco claro ya que hay varias versiones al uso, el caso es que Jarabo llamó a la puerta y Paulina Ramos Serrano, la criada de contaba con solo 26 años de edad, le hizo pasar al salón comedor. Allí estaba Emilio que se enfadó mucho cuando le vio ya que los temas del negocio los hacia en la tienda no en su domicilio particular. Emilio le pidió acaloradamente que se marchara de inmediato Jarabo, sin rechistar, se fue hacia la puerta del piso, la abrió y la cerró tras de sí para que el prestamista creyera que se había marchado cosa que no hizo quedándose en el interior de la vivienda. Emilio fue al cuarto de baño, donde Jarabo sigilosamente fue tras él y apoyándole el cañón del arma en la nuca realizó el mortal disparo. Bastó un único disparo ya que una bala de ese calibre disparada a bocajarro en la base de la cabeza destroza todo tejido que se encuentra a su paso destrozando literalmente toda la masa cerebral, la muerte fue fulminante. El disparo de este tipo de calibre debe hacerse a muy corta distancia ya que, la bala, tiene un poder de parada muy marginal. El principal argumento para usar armas de estas características es el liviano peso y lo fácilmente ocultables que resultan. En ese instante la criada, al oír el disparo, comenzó a gritar pidiendo auxilio ésta se encontraba en la cocina realizado las típicas tareas, concretamente pelando unas judías verdes con un gran cuchillo, arma que Jarabo una vez en esta estancia y frente a Paulina, utilizó para asestarle una puñalada que le partió el corazón. Llevó a Paulina hasta el cuarto de servicio donde la arrojó a la cama y le desgarró la ropa, seguramente quería aparentar algún tipo de violencia o agresión por parte de Emilio a su criada para que pareciera una escena de adulterio que hubo acabado en una tragedia mortal.
No pasaron más de unos minutos cuando llegó la mujer de Emilio Fernandez, María de los Desamparados Alonso, a su casa encontrándose en ella Jarabo, aparentemente solo. Este se presentó como un Inspector de Hacienda y justificó que estuviera solo en la vivienda a que su esposo, Emilio y Paulina, la criada, habían ido a la tienda junto a unos compañeros a solventar un asunto sobre unos artículos robados. Gracias a la labia y simpatía de Jarabo la mujer quedó momentáneamente más confiada, pasado unos minutos Amparo se percató de unas pequeñas manchas que tenía Jarabo en su traje y que parecían ser de sangre, se levantó y se encaminó hacia el baño donde vio el horrendo escenario en el que yacía su marido en el suelo en medio de un gran charco de sangre, entonces intentó escapar pero no pudo llegar más allá del dormitorio donde al igual que su marido un tiro en la nuca apagó los gritos y alaridos de auxilio, posteriormente se sabría que Amparo estaba embarazada.