Pecosín y El Dragón
23 de diciembre de 2.016
Nos encontramos a Pecosín camino del solar de la vieja vivienda que hay junto a su casa acompañado por sus fieles escuderos Canelo, su perro y Bola 8 su pequeña gata, esta vez, su madre ha conseguido que se lleve la merienda, un bocadillo de salchichón y un yoghurt, su madre sabe que no se lo comerá y no es por falta de hambre es más bien por falta de tiempo, su imaginación le absorbe todo el tiempo que pasa en la calle.
Nada más llegar al solar deja la merienda sobre los restos de un gran tronco de un árbol que lleva talado muchos años, al menos ha tenido el cuidado de dejarlo a la sombra. Pecosín se dispone a vivir una aventura más generada por su prolífica imaginación cuando ve una gran sombra descender a toda velocidad sobre el solar, por más que se empeña en ver a quien pertenece la silueta no lo consigue, la gran cantidad de ramas y árboles le impiden ver el cielo, se dirige hacia ella tan rápido como puede pero sólo puede ver algo que se retira a gran velocidad llevándose entre sus garras su bocadillo - un dragón- piensa - es un dragón y se ha llevado mi merienda, esto no puede quedar así.
Pasa toda la tarde pensando sobre lo que ha visto, mejor dicho, lo que su imaginación ha querido ver. Se hace tarde y su madre lo llama para cenar:
- Acelgas mamá que buenas. Sabes lo que me ha pasado esta tarde...
- Que te ha pasado Daniel... Que no te has comido la merienda, seguro.
- Si mamá pero esta vez no ha sido culpa mía verás... Un dragón se la ha llevado, mamá un dragón enorme, con grandes garras una larga cola y echaba fuego por la boca.
- Claro cariño... Un dragón...
- Que si mamá que no te miento.
- Venga termina de cenar y cepillate los dientes que nos vamos a la cama.- le dice su madre.
Pecosín se va a la cama pero no sin antes contarle a su madre como piensa atrapar al dragón, está tan alterado que esta noche le costará conciliar el sueño.
La noche pasa lenta para Pecosín que no hace más que dar vueltas en la cama balbuceando palabras sin sentido entre sueños. Llega la mañana y como no... Pecosín ya está en pie;
- Mamá el desayuno por favor que hoy tengo mucho que hacer y no se te olvide echarme algo de comer para luego por sí tengo hambre.
- A ver señorito que tienes en mente, no es normal en ti que me pidas algo de comer para después.
- No es nada mamá, es sólo por sí tengo hambre... Un bocadillo de chorizo estaría bien...
- Está bien, aquí tienes pero cómetelo todo y ten cuidado.
- Que si mamà, ¡vamos Canelo, Bola 8 que vamos de caza!
Esas palabras no tranquilizaban en absoluto a su madre, pueden significar cualquier cosa en boca de Daniel.
Pecosín llega al solar y se dispone a repetir los pasos del día anterior, deja el bocadillo en el mismo tronco del árbol talado para intentar ver a que se enfrenta, primero debe saber contra quien o que tiene que luchar ya habrá tiempo de preparar una trampa, se esconde tras unas ramas que hay cerca de allí junto a sus fieles amigos Canelo y Bola 8, pasa una hora, otra y otra y por allí no aparece ningún dragón. De pronto cuando está a punto de darse por vencido y abandonar su escondite ve en el suelo esa sombra que reconoce al instante, es èl... es el dragón, como el día anterior se lanza sobre su presa, esta vez un bocadillo de chorizo que atrapa nuevamente y lo alza por los aires llevándoselo quién sabe dónde, tal vez a su nido o madriguera en un lejano y remoto lugar.
Entre susto y susto ha llegado la hora de comer Pecosín se dirige corriendo a su casa, él no sabe que hora es y tampoco va a comer solo necesita más cebo para el dragón pero una vez allí su madre lo pilla y lo sienta a la mesa, come poco porque según él se ha comido el bocadillo, ahora lo único que necesita es más comida y una red para atraparlo, le pide a su madre que le prepare algo para merendar, cosa que asombra nueva y agradablemente a su madre, esta le prepara un sándwich de crema de cacao, Pecosín va a su habitación y toma la red de un juguete que tiene, es un circo y tiene una red para los trapecistas, pues hecho ya tiene lo necesario el cebo y la trampa. Se dirige raudo hacia el solar Canelo y Bola 8 le siguen, tiene que preparar la trampa cuanto antes, coloca el sándwich sobre el tronco y la red frente a él de forma q tras coger el bocadillo quede atrapado en ella. Ya esta todo preparado sólo hace falta esperar, se esconde tras los arbustos y espera pacientemente. Ahí esta, ahí viene de nuevo la gran silueta reflejada en el suelo, se acerca hacia el cebo y una vez lo ha cogido al intentar retomar altura cae en la trampa que Pecosín ha preparado:
- Lo tengo, lo tengo... Tengo al dragón.
Repite una y otra vez mientras se dirige hacia donde está, conforme se va acercando se da cuenta que es muy pequeño para ser un dragón, una vez que ha llegado descubre con sorpresa que su dragón no es más que un gorrión que busca comida, seguramente para sus pollitos, lo coge con cuidado lo desenreda y cogiéndolo con ambas manos lo lanza a los aires donde éste retoma nuevamente su libertad.
Nada más llegar al solar deja la merienda sobre los restos de un gran tronco de un árbol que lleva talado muchos años, al menos ha tenido el cuidado de dejarlo a la sombra. Pecosín se dispone a vivir una aventura más generada por su prolífica imaginación cuando ve una gran sombra descender a toda velocidad sobre el solar, por más que se empeña en ver a quien pertenece la silueta no lo consigue, la gran cantidad de ramas y árboles le impiden ver el cielo, se dirige hacia ella tan rápido como puede pero sólo puede ver algo que se retira a gran velocidad llevándose entre sus garras su bocadillo - un dragón- piensa - es un dragón y se ha llevado mi merienda, esto no puede quedar así.
Pasa toda la tarde pensando sobre lo que ha visto, mejor dicho, lo que su imaginación ha querido ver. Se hace tarde y su madre lo llama para cenar:
- Acelgas mamá que buenas. Sabes lo que me ha pasado esta tarde...
- Que te ha pasado Daniel... Que no te has comido la merienda, seguro.
- Si mamá pero esta vez no ha sido culpa mía verás... Un dragón se la ha llevado, mamá un dragón enorme, con grandes garras una larga cola y echaba fuego por la boca.
- Claro cariño... Un dragón...
- Que si mamá que no te miento.
- Venga termina de cenar y cepillate los dientes que nos vamos a la cama.- le dice su madre.
Pecosín se va a la cama pero no sin antes contarle a su madre como piensa atrapar al dragón, está tan alterado que esta noche le costará conciliar el sueño.
La noche pasa lenta para Pecosín que no hace más que dar vueltas en la cama balbuceando palabras sin sentido entre sueños. Llega la mañana y como no... Pecosín ya está en pie;
- Mamá el desayuno por favor que hoy tengo mucho que hacer y no se te olvide echarme algo de comer para luego por sí tengo hambre.
- A ver señorito que tienes en mente, no es normal en ti que me pidas algo de comer para después.
- No es nada mamá, es sólo por sí tengo hambre... Un bocadillo de chorizo estaría bien...
- Está bien, aquí tienes pero cómetelo todo y ten cuidado.
- Que si mamà, ¡vamos Canelo, Bola 8 que vamos de caza!
Esas palabras no tranquilizaban en absoluto a su madre, pueden significar cualquier cosa en boca de Daniel.
Pecosín llega al solar y se dispone a repetir los pasos del día anterior, deja el bocadillo en el mismo tronco del árbol talado para intentar ver a que se enfrenta, primero debe saber contra quien o que tiene que luchar ya habrá tiempo de preparar una trampa, se esconde tras unas ramas que hay cerca de allí junto a sus fieles amigos Canelo y Bola 8, pasa una hora, otra y otra y por allí no aparece ningún dragón. De pronto cuando está a punto de darse por vencido y abandonar su escondite ve en el suelo esa sombra que reconoce al instante, es èl... es el dragón, como el día anterior se lanza sobre su presa, esta vez un bocadillo de chorizo que atrapa nuevamente y lo alza por los aires llevándoselo quién sabe dónde, tal vez a su nido o madriguera en un lejano y remoto lugar.
Entre susto y susto ha llegado la hora de comer Pecosín se dirige corriendo a su casa, él no sabe que hora es y tampoco va a comer solo necesita más cebo para el dragón pero una vez allí su madre lo pilla y lo sienta a la mesa, come poco porque según él se ha comido el bocadillo, ahora lo único que necesita es más comida y una red para atraparlo, le pide a su madre que le prepare algo para merendar, cosa que asombra nueva y agradablemente a su madre, esta le prepara un sándwich de crema de cacao, Pecosín va a su habitación y toma la red de un juguete que tiene, es un circo y tiene una red para los trapecistas, pues hecho ya tiene lo necesario el cebo y la trampa. Se dirige raudo hacia el solar Canelo y Bola 8 le siguen, tiene que preparar la trampa cuanto antes, coloca el sándwich sobre el tronco y la red frente a él de forma q tras coger el bocadillo quede atrapado en ella. Ya esta todo preparado sólo hace falta esperar, se esconde tras los arbustos y espera pacientemente. Ahí esta, ahí viene de nuevo la gran silueta reflejada en el suelo, se acerca hacia el cebo y una vez lo ha cogido al intentar retomar altura cae en la trampa que Pecosín ha preparado:
- Lo tengo, lo tengo... Tengo al dragón.
Repite una y otra vez mientras se dirige hacia donde está, conforme se va acercando se da cuenta que es muy pequeño para ser un dragón, una vez que ha llegado descubre con sorpresa que su dragón no es más que un gorrión que busca comida, seguramente para sus pollitos, lo coge con cuidado lo desenreda y cogiéndolo con ambas manos lo lanza a los aires donde éste retoma nuevamente su libertad.
Por: Tomás Castellanos Díaz